09 junio, 2022

El Amazonas en tu barrio

—No me lo puedo creer. Me han timado. 

Louis el incauto había comprado un viaje por internet. ¡Oferta de última hora! ¡Última plaza! Resérvala ya y viaja al Amazonas por solo 20 rupias. Clic, clic, clic. Tarjeta de crédito, clic. Su billete, gracias. Acuda mañana a las 6 de la mañana a la calle de los gansos, 66. Traiga bocadillo. Louis untó el pan con abundante mantequilla, colocó con mimo unas lonchas de mortadela baja en sal, y envolvió su pequeña obra culinaria con destreza. Apagó las luces y se fue a dormir. Soñó que viajaba en avión, se incendiaba y caía al fondo del mar, donde solo había mierda. Ni rastro de Bob Esponja.

Al día siguiente, llegó al punto de encuentro 6 minutos antes de las 6. Hacía frío, unos 6 grados, y el escalofrío que recorrió su espalda, mitad frío, mitad decepción consigo mismo, fue inusualmente largo. Unos 6 segundos. La siniestra puerta ante la que se encontraba se entreabrió y una ráfaga de viento la volvió a cerrar violentamente. 

Análisis de la situación: nadie en la calle, algo razonable a esas horas en esas calles; perder 20 rupias escuece, pero es tolerable; Louis todavía mantiene todos sus órganos dentro del cuerpo, al menos antes de abrir esa puerta. La puerta. La puerta se ríe mientras mira de manera burlona a Louis. Eso sí que sobrepasa lo soportable. En un impulso valiente, inconsciente, Louis abrió la puerta y entró sin dudar. Poca gente creerá esto, pero Louis se encontró en medio de la selva. Un tucán le saludó con un movimiento de cabeza, y una familia de monos calvos le invitaba a subir a un árbol. Louis trepó, como buenamente pudo, y llegó a los monos. Los monos le observaban con curiosidad, pero la situación resultaba extrañamente cómoda para todos. Louis sacó su bocadillo, lo compartió con los monos calvos, y se quedó con ellos para siempre. Incluso encontró el amor con una jovencita mona de calva sonrosada.