07 junio, 2022

Entre masones nos entendemos

—Buenas tardes.

—Buenas tardes. Nombre y contraseña.

—Soy Manolo.

—¿Contraseña?

—¿Cuál? ¿La del móvil, la tarjeta de crédito, la alarma, el ordenador del trabajo?

—Contraseña para entrar a la logia, ¡imbécil!

—Ahora mismo no caigo. Con tanto número en la cabeza, debe haberse traspapelado.

—Piense, piense, seguro que la tiene en algún cajón neuronal olvidado.

—Pienso, pienso, pero no recuerdo. ¿Y si me dejas pasar, Antonio? Soy Manolo, joer, llevo 20 años viniendo aquí a echar el café. Ya está bien de hacer el canelo.

—¿El canelo? Las reglas son las reglas, y están para cumplirlas. 

—¿Me pondrías un café para llevar? Así, seguiríamos cumpliendo las reglas y yo tendría mi cafetito.

—Tendré que mirarlo en el manual. Espera.

—¿Vas a tardar mucho? Lo digo por echarme un café mientras tanto.

—¿Un café? Pasa y tómatelo aquí, hombre. Total, no ha venido nadie todavía. Entra por atrás, que si no, me pisas lo fregao.